Detente bala
Robert Juan-Cantavella
Candaya
Barcelona, 2025
Si hubiera que ir al grano con un título sería Kafka y sus precursores, de Jorge Luis Borges, y en particular el último párrafo:
“El poema de Browning, Miedos y escrúpulos, profetiza la obra de Kafka, pero nuestra lectura de Kafka agudiza y desvía agudamente nuestra lectura del poema. Browning no lo leyó como lo leemos nosotros ahora. En el vocabulario crítico la palabra precursor es indispensable, pero deberíamos intentar depurarla de cualquier connotación de controversia o rivalidad. El caso es que cada escritor crea sus precursores. Su obra modifica nuestra concepción del pasado, como modificará el futuro.”
El extracto a partir de la mención a Browning y el poema “Miedos y escrúpulos” no es baladí. El poema trata de unas cartas escritas sin saber si hay un destinatario que las lea, una alegoría a la relación que el creyente establece con Dios.
Robert Juan-Cantavella desarrolla una novela en función de esta teoría borgesiana sobre la influencia inversa, es decir, cómo determinados autores u obras son recibidos a lo largo del tiempo de diferente manera por la trascendencia o impacto de obras posteriores. Borges dice que cada escritor crea sus precursores.
En diez cartas y un puñado de notas y apuntes, el personaje principal de Detente balase comunica con un grupo de escritores muertos, bastante diversos (Laurence Sterne, Edgar Allan Poe, Herman Melville, Robert Louis Stevenson, Nikolai Gogol, Alexander Pushkin…) , y con un par de cineastas: Werner Herzog y Segundo de Chomón. Establece con ellos un diálogo imaginario y sin respuestas, en el que se entrelazan los libros, los personajes de ficción, los propios autores y el pasado, real o inventado, del protagonista.
El narrador de Detente bala afirma en su delirio, que fue «actor de novela», inventándose así un insólito oficio, en el que los escritores contratan actores y actrices para escenificar sus historias y escribir a partir de esos «novelajes». Piatkun narra las novelas en las que actúa, pero también hace el relato inventado de aquellas cosas que vio en los «novelajes» y que no aparecen en el relato final. El narrador altera, modifica, reinventa las historias de numerosas novelas clásicas del siglo XIX, creando una versión paralela de la historia de la literatura occidental
Uno de los temas principales de Detente bala es el plagio en la literatura, en cómo se van supuestamente robando una serie de trucos, a veces motivos temáticos (la nariz desmesurada, las ratas, el muerto vivo, los caballos que hablan, el alma en el retrato…), otras de técnica literaria (la incorporación de lo ensayístico en la ficción, el personaje mítico al final…), pero la intención profunda de esta reflexión tiene que ver con el miedo que surge cuando la vida plagia a la literatura: Franco Piatkun trama un plan, y para cumplirlo plagia, con un final trágico, elementos de las novelas de las que habla en sus cartas, especialmente de El Conde de Montecristo.
La locura es uno de los ejes de esta novela: el relato que leemos procede del protagonista y muy pronto descubrimos que es el discurso de un loco encerrado en el manicomio de Vulturó, de donde quiere escapar a toda costa. Hay algo de locura quijotesca en Franco Piatkun, cuyo delirio se mueve entre las novelas y el apocalipsis, transitando por diferentes formas del desequilibrio: el conflicto edípico, los trastrornos obesivo compulsivos, las anacronías delirantes y la desorientación temporal, la disforia de género, el trastorno de identidad disociativa, el desdoblamiento de la personalidad , la megalomanía, diferentes distorsiones perceptivas…
Pese a que por Detente bala circulan multitud de seres de ficción y reales, es sobre todo una novela de personaje, centrada en un ser desubicado y frágil, que vive una huida hacia el delirio. Iremos descubriendo los estragos del fanatismo religioso y de una educación familiar confusa y castradora; y cómo los sucesivos fracasos en el engranaje laboral, la sobrecogedora soledad y la eterna condición de secundario (incluso en lo fantasmal, cuando se imagina actor de novela) van minando la personalidad de Franco Piatkun. Durante su estancia en Vulturó, en las cartas y a lo largo de diversas sesiones de terapia, Piatkun irá desvelando, a través de historias enloquecidas y sueños aún más bizarros, la hondura de los traumas (como el del suicidio de uno de sus amigos o su miedo a las mujeres) que marcaron su vida.
Detente bala es también un relato sobre las relaciones de familia y la amistad, sobre la traición y la lealtad: Piatkun habla de la relación tormentosa con su madre, del vínculo con los amigos de la infancia (la primera parte tiene mucho de Bildungsroman, novela de iniciación), que pierde durante un tiempo y recupera en la edad adulta, y de la extraña amistad que lo une con Meuris, su vecino de encierro en el manicomio.
Es asimismo una radiografía de la vida en los años setenta, ochenta y noventa tanto en Toledo como en la Barcelona de la periferia: la música, el miedo colectivo ante el final del milenio, la convivencia en los barrios, la vida cotidiana, el aburrimiento y la falta de confianza en el destino son parte del complejo imaginario que nutre la historia de esta novela.
El humor, el absurdo y la exageración son elementos primordiales en las cartas de Franco Piatkun. Una comicidad que tiene como punto de partida el disparate, el sinsentido, el cúmulo de imaginaciones desconcertantes y no exentas de melancolía, que construyen la historia del narrador y de su entorno. Detente bala es además la historia de un asesinato, por lo que, en su tramo final, la novela experimenta una sorprendente deriva hacia el Noir, que puede atraer a otro tipo de lectores.
Robert Juan-Cantavella es sin duda uno de los escritores más originales de su generación. Desde muy temprano vemos en su obra la edificación de un corpus narrativo en el que se ha ido creando la figura de un autor marcado por sus obsesiones literarias, despreocupado de las modas, en una búsqueda constante de un lenguaje y unas historias alejados de convencionalismos. EEU
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