domingo, 26 de noviembre de 2023

Homenaje a Osías Stutman y un poema

 


Casa Amèrica Catalunya rindió un emotivo homenaje al gran poeta Osías Stutman a raíz de su nonagésimo aniversario. En el acto participaron Juan Bautista Durán, su editor en Comba, Edgardo Dobry, Neus Aguado y José Ramón Ripoll. Luego hubo una lectura de sus poemas por parte de jóvenes poetas como Fernando G. Moggia, Paul Sánchez, Luciana Jazmín Coronado, Cristal Rodríguez y Mario Pera, así como un recital musical a cargo de Sandra Rehder y Nico Pérez. Bautista Duran destacó “el giro simpático y guasón” que Stutman daba a sus versos, así como Dobry señaló la capacidad del poeta para hacer convivir en un solo poema elementos que otros poetas no osarían mezclar, como ocurre en el poema “El escritor en el siglo XX”, en el que leemos: “¿Qué soy cuando escribo (poesía)?/ ¿Un espejo? ¿Un soñador? ¿Gogol/ en San  Petesburgo? [ ] Ser Dante o Virgilio es difícil/ decisión y nadie nos permite ya/ ser los dos. [ ] Es como el único ladrido que oí en el despierto africano. [ ] Es olor de cebolla/ bajo las uñas y que dura días.” Nadie se atrevería a compaginar, decía Dobry, a Gogol, Dante, Virgilio, el desierto africano y el olor a cebolla. Nadie excepto Stutman. Seguidamente recordó sus orígenes poéticos como parte de la generación del 60, a la que a su vez pertenecen Pizarnik, Olga Orozco, Juan Gelman o Paco Urondo. La dictadura lo invitaría a marcharse y entonces se produciría aquello que daría lugar al poeta que es hoy, el biólogo miembro de numerosas sociedades científicas norteamericanas, que a punto estuvo de ganar el Nobel, cosa que según Dobry, a modo de chascarrillo, creería, de no ser Stutman poeta, y que volvería a la poesía a edad tardía, en los años noventa, en Barcelona, lleno de un envidiable entusiasmo juvenil, y con una mochila cargada de vivencias, reconocimientos en el campo científico y, sobre todo, lecturas. Algunos lo recuerdan en los recitales “repartiendo fotocopias de sus versos”. Yo particularmente lo recuerdo en los Martes poéticos, celebrados en Casa del Llibre hace ahora una veintena de años, junto con Carlos Vitale, Concha García, Cinta Montagut, Enrique Badosa, Esther Zarraluki y Daniel Najmías, traductor y editor de The Barcelona Review, revista en la que luego lo sucedí y donde publicamos “Poemas con palabras inglesas” en el número 25 (Ahora reunido en el segundo tomo de su obra completa en Comba) y años después, una selección del propio autor de 44 cuartetas, una reseña y una entrevista por parte de Cinta Montagut. Volviendo al recital, Neus Aguado recalcó que el trabajo de Osías Stutman se caracteriza por ser inclasificable dentro de la poesía que se ha escrito en España en estos años y por tratarse de una obra surgida de voces filtradas por la madurez y su relación con la ciencia. Destaca también su generosidad y las notas y agradecimientos a tantos de sus compañeros, por citar algunos: Nora Cateli, Vila-Matas, Ana María Moix o Alandra Pizarnik. Juan Ramón Ripoll reconoce que los poemas reunidos en el segundo tomo de la antología, El mar de Bohemia, le parecen más abiertos que los del primer tomo: «Concebidos por encima de normas métricas y retóricas que impiden la expresión adaptada al ritmo interno del poeta, que tiene que ver más con su respiración natural. Es curioso que el autor utilice visualmente la estructura clásica, cuando abrimos un libro de Stutman decimos “esto es un soneto”, “esto es un tercero encadenado”, pero si nos fijamos los endecasílabos no son endecasílabos, aunque él los separe, por medio de encabalgamientos. De su respiración natural establece una prosodia distinta a la que nos plantea esa visualización.» Ernesto Escobar Ulloa






 

 

         El olvido 

         

         Esa gran guerra no es nada

         ya, terribles son las de ahora,

         y las de antes. Tontas cosas

 

         de hombres, como espetan 

         los empleados de nuevo

         gobierno sin memoria de Caudillos

         y los otros de ahora. Sin recuerdos ni culpa

         escuchan el intestino hablar vacuo.

 

         Los obuses del olvido, explotan

         sin hacer ruido, apenas humo

         y después todo sigue igual.

 

         Enlaces:

 

Celebramos a Osías Stutman a sus noventa años.

Video de YouTube en el canal de Casa Amèrica Catalunya:

https://youtu.be/LNWcRoiukOE?si=XFLHLO2XdTUI2TBd


En The Barcelona Review:

 

“Poema con palabras inglesas”, de Osías Stutman   

https://www.barcelonareview.com/25/s_os.htm

 

Osías Stutman: Ciencia y literatura

Entrevista de Cinta Montagut

https://www.barcelonareview.com/64/s_ent.html

 

Poemas de 44 cuartetas, selección del autor

https://www.barcelonareview.com/64/s_os.html

 

Reseña de 44 cuartetas, de Cinta Montagut

https://www.barcelonareview.com/64/s_resen.html#3

 

Osías Stutman en editorial Comba

https://editorialcomba.com/autor/osias-stutman/

 

 

 

miércoles, 17 de mayo de 2023

Reseña “de Historia de mi lengua” de Claudia Apablaza

 


Tierra inhóspitas 

 

Historia de mi lengua

Claudia Apablaza

Ediciones Comisura, Madrid, 2023.

 

 

“Es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible”, escribía Borges en el cuento de Ficciones “La Biblioteca de Babel”. En el caso de Claudia Apablaza, a propósito de su último libro, Historia de mi lengua, unas millas a la derecha, dependiendo del grado de inclinación de la tierra, podría ser Mendoza, Argentina, y noventa pisos más arriba, con un poco de imaginación, España. Borges no se equivocaba, unas millas hacia cualquier dirección las lenguas varían, los acentos, las entonaciones, el vocabulario, la jerga, los modismos, etc., cualquier rasgo podría indicar que el habla es otra.

 

El libro que nos corresponde reseñar, y que podría ser una ficción, un reportaje, o unas memorias -de eso se trata justamente, de su naturaleza híbrida- toma la lengua en su doble significado, como órgano de la boca y como habla, lenguaje, idioma. Nos detendremos más en lo que concierne a lo dialectal. 

En gran medida es la boca en sí el disparador del relato, cuando la voz autodiegética arranca rememorando el día que entró al consultorio del ortodoncista para un tratamiento dental. El tratamiento en cuestión repercute en su manera de utilizar el lenguaje y es a partir de ahí que se inicia una reflexión, desde diversos ángulos, desde la memoria, desde la literatura, desde lo cotidiano, desde lo bibliográfico o desde el psicoanálisis. Respecto a la escritura, podría pensarse entre líneas en una de las cuestiones que aborda todo escritor frente a la obra: ¿ha de escribir como habla o no? Lo que hace Claudia Apablaza según los editores o críticos varones son solo “artefactos. Experimentos. Balbuceos.” El balbuceo ya podría remitir a fragmento. 

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“En el primer año de universidad, éramos dos mujeres en el curso las que veníamos de Rancagua. [ ] Algunos se burlaban de nosotras, otros intentaron ser parte de esa habla. Nos imitaban.” 

 

 Dado que el habla cuenta también con prestigio y que el prestigio lo da el poder económico, el español cuenta con varias zonas de influencia normativa, que por lo general suelen ser las capitales. De ahí tenemos que la norma del español peruano, la forma que los hablantes perciben como correcta en el Perú es la del español de Lima, así como los argentinos podrían tener la misma percepción frente a Buenos Aires. Esos focos propalan a través de los medios de comunicación de masas una forma dialectal percibida como normativa. El libro de Claudia Apablaza habla de este enfrentamiento entre la periferia y el centro, que en el ejemplo anterior podría ser Santiago de Chile, como norma, y en otros España, más concretamente Madrid. De ahí que más adelante escriba:

         “Desde que llegue a vivir a Madrid, intento neutralizar lo que más puedo las palabras. Intento no decir «guagua», «chao», «confort», «lápiz», «celular», «computador» [  ] Actúo como mi propia colonizadora.” 

         Frente a la norma madrileña se produce este sentimiento de “Ser colonizado” mientras que frente a la norma santiaguina es el del “Ser periférico”, fuera del centro. En todo caso es una cuestión de prestigio. Por otra parte es muy interesante el uso del verbo “neutralizar”, que dispara la pregunta de si realmente existe aquello que se da en llamar “español neutro”. 

A este respecto cabe citar El árbol de la lengua de Lola Pons: “No importa de dónde seas: tú hablas un dialecto. Todos hablamos dialecto: la presentadora de los informativos, al terminar su locución, habla un dialecto; el mejor de los escritores  y el más cutre de ellos hablan un dialecto.”

Aunque Borges escribiera que unas millas “a la derecha” (otra de sus bromas) la lengua es dialectal, en el fondo no estaba diciendo prácticamente nada, ni existe la derecha, en todo caso sería el este, y toda habla es de por sí dialectal.  Quizá lo que quiso decir es que toda lengua al contar con un prestigio, cuenta también con un prejuicio, de ahí la connotación negativa de lo dialectal; según Pons: “Toda lengua, pues, se materializa a través de dialectos”. Pero remarcábamos la posibilidad de la neutralización y sobre ello señala: “Hay también una especie de dialecto no marcado al que tienden todos los hablantes, que se considera prestigioso, se enseña escolarmente y se usa de forma oficial: es la variedad o dialecto estándar, pero este no es materno de nadie, aunque todos lo conozcamos. Tampoco ese estándar es estable ni homogéneo: en el propio español, hay distintos estándares según las zonas, y dialectos que se acercan o alejan más de esas formas prestigiosas.” 

En cuanto a lo de “Actúo como mi propia colonizadora” cabría puntualizar la complejidad del tema. La propagación del castellano por los órganos de poder durante la conquista de América y la política de la Iglesia en su afán evangelizador tuvieron sus rifirrafes. Al principio, como recuerda Rafael Lapesa, prevaleció la imposición castellanizante, pero en 1580 Felipe II “dispuso que se estableciesen cátedras de las lenguas generales de Indias y que no se ordenasen sacerdotes que no supieran las de su provincia; en igual sentido se pronunció en 1583 el tercer Concilio Limense. [ ] Los (jesuitas) que regentaban las colonias del Paraná, al sureste del Paraguay, evitaron cuidadosamente el español para que los indios no contrajesen los vicios de la civilización europea. [ ] La contienda prosiguió hasta que en 1770, expulsados ya los jesuitas, una real Cédula de Carlos III impuso el empleo del español.” Pero no es menos cierto que la imposición del castellano como única lengua legítima fuera un asunto exclusivo de la colonia, como afirman Virginia Zavala y Michele Back en Racismo y lenguaje, “se inició con la dominación política de la España colonial” sin embargo “fue reforzada luego de la Independencia para mantener los privilegios de los descendientes de los colonizadores europeos asentados en esta región. [ ] Este imaginario homogenizador -factible sólo si se mantiene una realidad heterogénea- recreó, a su vez, relaciones de dominación lingüística”. 

Claudia Alablaza más allá de estas matizaciones entroncaría con lo que afirmara Bordieu, que lo que aprendemos del lenguaje son en resumidas cuentas sus condiciones de “aceptabilidad”. Dicha característica en el libro de Apablaza resulta variable e invita a reflexionar acerca de nuestra propia lengua. La autora no solamente plantea la oposición entre el habla de Rancagua y el habla de Santiago o la norma chilena frente a la norma española, sino las oposiciones entre las diferentes hablas de América y otras oposiciones en el marco de lo doméstico, incluso familiar (cuando su propia hija, que va al colegio en España, se atreve a corregirla) y a veces hasta en el campo íntimo, personal, cuando uno piensa o se piensa.

Esta es la propuesta de este libro, la toma de conciencia del lector respecto a su propia lengua como entidad con la que, pese a las apariencias, mantenemos una relación en permanente conflicto. Podría parecer un hogar pero se asemeja más a un territorio inhóspito en el que nos movemos siempre a tientas. 

Ernesto Escobar Ulloa