No solamente recomendable para los amantes de la contemplación, sino para los amantes del dibujo, de un arte natural, desembozado, fresco, que en estos tiempos parece estar en decadencia, al margen de las modas y los recursos tecnológicos, y que surge, como surgía otrora, de lo más profundo; lo ha reconocido el propio Pablo Gallo, siempre le encantó dibujar mujeres desnudas. Y recomendable también para los amantes de la buena literatura, son 69 autores/as de afinada pluma los que "ilustran" los grabados, ofreciendo lecturas unas más ceñidas que otras a los dibujos, pero eso sí, todas aportando una nueva visión del propio libro y del engranaje del que se compone, la literatura, el libro como objeto, el deseo, la palabra-. Uno de esos libros que es un placer tener entre las manos.
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