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Las semillas de Urano, su cuarto poemario, recientemente publicado por la nueva editorial
Comba,
Tomás Browne se aventura por los caminos de la Grecia antigua, se adentra en su mitología, como en una selva, y, de rebote, porque el mito suscita la reflexión, en la filosofía clásica. El profundo legado que ambas nos han dejado, como base de la civilización tal y como la entendemos, su paso a través de las diferentes épocas de nuestra historia, y su pervivencia y legitimidad, entre las nebulosas de la postmodernidad líquida, en el inconsciente colectivo, quedan representadas aquí como un organismo vivo. Se dirá que una obra que apela al pasado o a la tradición carece del componente de modernidad necesario para interesar al presente. Nada más errado. Ya Gilles Lipovetsky, que sabe mucho de esto, señaló: "Cuanto más se entregan nuestras sociedades a un funcionamiento-modo concentrado en el presente, más acompañadas están por una vaga memoria de base. Los modernos querían hacer tabla rasa del pasado, nosotros lo rehabilitamos; si el ideal era abandonar las tradiciones, ahora recuperan la dignidad social. Al exaltar el más mínimo objeto del pasado, al apelar a los deberes del recuerdo, al reactivar las tradiciones religiosas, la hipermodernidad no está estructurada por un presente absoluto, sino por un presente paradógico, un presente que no deja de exhumar y "redescubrir" el pasado." Este redescubrimiento pasa por Browne como por un filtro, que extrae de la tradición clásica el mundo de las ideas pero para situarlo bajo la lente de la lógica dialéctica; es su confrontación y la vigencia de esta en la cotidianidad más mundana lo que al poeta le interesa. Por ejemplo: la confrontación platonismo-aristotelismo, encarnada en el debate de la razón frente a los sentidos o la antítesis "apariencia-realidad":
"Pero las palabras la apariencia, y los corazones nos distraen
con su publicidad
Son el ritmo de una musculatura en el siglo, de yoga y
consumismo." ( "
VI" )
O la dicotomía Eros-Tánatos; la desenfrenada búsqueda del placer carnal por parte del individuo contra el hombre en sociedad ante su destino fatal, o lo que es lo mismo, la lucha entre el principio del placer y el principio de realidad que en nuestra historia literaria tiene un antecedente claro en el Arcipreste de Hita y el
Libro de Buen Amor:
"No sé si el sonido en nosotros sembró la locura
Pero por cierto la locura sembró el amor." (
"I" )
La propia actividad creativa, la escritura, en el poema "El olimpo", podría estar hablándonos de varias temáticas en una, como la distinción: prosa-verso o novela-poesía, grandes personajes frente a personajes pequeños, la épica frente a la lírica, el arte mayor frente al arte menor, el mester de clerecía frente al mester de juglaría":
"Es el poeta épico el que es impropio, revestido de poderes,
Y es la punta de la pirámide donde las paralelas se juntan,
Donde el incesto, las violaciones, torturas y el regalo
Son explicaciones sin razones, que son la razón del poeta
Lírico, propio, cantándose a los pies del Olimpo." (
"Olimpo")
Esta continuas oposiciones llegan hasta el propio cuerpo, para concebirlo como campo de batalla en el mito del andrógino:
"Lo mataste con sangre en el ojo turnio,
Maldiciéndolo, se lo devolviiste a la luna llena
Y maldiciéndola devino en una media luna
Para que entendieras que tu otra mitad
No es el espejo que buscas a tientas." (
"Andrógino")
Tomás Browne es uno de esos poetas que confía en la poesía como medio de llegar a otra especie de entendimiento. La poesía en sí misma representaría ya no un lenguaje sino un idioma, una lengua gracias a la que somos capaces de repensar el mundo e iluminarlo desde otra perspectiva, con otros ojos, con otra mirada. En Browne la palabra poética recobra toda su fuerza, su carácter, para volverse acontecimiento, verdad. Para muestra hemos seleccionado los siguientes tres poemas del libro. Solo añadir que se trata de una edición muy cuidada, de una presentación impecable en cuanto a la maquetación, el tipo de papel y el tratamiento de los textos y las ilustraciones a cargo del propio autor.
Ernesto Escobar Ulloa
I
No sé si la música de las esferas sembró la razón,
Pero por cierto la razón sembró el odio.
No sé si el sonido en nosotros sembró la locura
Pero por cierto la locura sembró el amor.
No sé cuál es la relación entre el amor y el odio
¿Que el amor ama al odio o el odio odia al amor
O el amor odia al odio y el odio ama al amor?
Pero por cierto la razón es enemiga de la locura
Que aunque quisiera no puede tener enemiga
Por ser loca, y por ser loca ¿es maricona?
Tampoco tiene amigas.
No sé si la música de las esferas tiene la culpa del odio
Pero por cierto es de los dioses que se vengan
Con mucha imaginación, unos con otros, como sus hijos
De nuestras mujeres violadas, nos vengan porque estamos
locos,
Pero por cierto la locura sembró el amor y les damos perdón
Para Cantarlos con el sonido en nosotros.
Canción para sembrar un poema
Los ríos dirigen sus cauces
Al olvido que siembra orquídeas
En los campos del pasado.
Los árboles entregan sus ramas
A la memoria que labra amapolas
En los campos de batalla.
Los maestros dirigen a sus discípulos
A una idea que siembra narcisos
En el templo de los templos.
Los lobos entregan sus pieles
A las ovejas que esquilan hierbas
En los campos del pasado.
El sol dirige sus rayos
A la calavera buscando su cadáver
En los campos de batalla.
Los dioses entregan sus llaves
Al poeta que siembra poemas
En el templo de los templos.
Nota al pie de las piedras:
La caída o el símil de la abeja
Si la poesía no quiere cantar más, si la palabra o los versos
mueren.
Si la imagen cree haberle ganado a la palabra misma, en la
forma de un poema,
Vendrán los mitos y la voz de la escritura encenderán
nuevas semillas para Urano
Que se propagarán hacia el futuro, y crecerán con la forma de las flores
Que han sido néctar para abejas que mueren camino a ellas,
Desorientadas por el ultra sonido y por la imagen satelital,
Como a oídas los poemas mueren en manos de poetas de
prensa
Con argumentos y mucha idea, y con ellos el ocaso no
vuelve atrás,
Pero cruza la tierra por dentro en completa y silente
oscuridad
Donde se saca del hombro al día, donde purifica a la ciudad,
Donde pierde el horario del día, y reaparece virgen y jovial
por un instante,
Y es el alba como una copa de cristal que recibiera los
vinos necesarios
Embriagándose hasta el final, para resbalarse y no decir,
Sino vomitar versos del pasado con imagen y palabra
vulgar
En la mesa de los amigos, en las cicatrices del poeta.
Tomás Browne
Las semillas de Urano
Editorial Comba, Barcelona 2014
"Como el poeta no sabe su destino, la palabra siempre se le adelanta"
I Premio Latinoamericano de Poesía Transgresora Verso Destierro 2012.
Tomás Browne en el centro con sus editores, Lara Oliveau y Juan Bautista Durán, de Editorial Comba, en la presentación el pasado abril de Las semillas de Urano en Barcelona. Foto: © The Ramblas Project.